Jaziel Trasviña Osorio.
Con la pretensión de desestabilizar a la Universidad Autónoma de Sinaloa para intentar reformar desde el exterior la Ley Orgánica universitaria, el diputado Feliciano Castro Meléndrez revivió a una camarilla de grillos, transas y desbozalados, para que ataquen al alma mater. Los antecedentes de estos personajes revelan el perverso nivel de la campaña anti-universitara.
Este grupo de individuos, expertos en la grilla rasera, salieron de las cañerías donde vegetaban esperando el momento de que alguien los “rescatara”. El sueño de ellos es regresar a la UAS a los tiempos donde cuajaban negocios millonarios a costillas de los verdaderos universitarios, sacrificando la educación de calidad que es el principal compromiso de cualquier universidad pública.
Marco Antonio Medrano Palazuelos es uno de los “distinguidos” ciudadanos bajo las órdenes de Feliciano Castro que salió a la palestra empujando la propuesta de reforma orgánica para la Universidad Autónoma de Sinaloa; Medrano es miembro de la vieja “clase” perredista; después le sirvió al PRI y hoy juega en la cancha del morenismo.
Es un lumpen rico enquistado en Morena, acostumbrado a sacar provecho económico de todo bajo la aparente fachada de defensor de los intereses colectivos universitarios, traza que oculta en realidad su negra historia personal y sindical.
Con casi 40 años de flojo universitario y sin laborar en su plaza base más de 12 años, ha brincado de puesto en puesto haciendo del sindicato de la universidad su modus vivendi; desde los años ‘90, en el rectorado de David Moreno Lizárraga, ya ofrecían lecturas, él y su grupúsculo, sobre la forma perversa de conducirse, ya que siendo secretario de trabajo del sindicato de la UAS y su pareja sentimental secretaria general, pretendieron imponerse, reelegirse, por un periodo más en el poder.
La farsa no fue solapada por las autoridades universitarias de aquel entonces, y a partir de ese momento ambos, principalmente él, se avocaron a una lucha sin fundamentos. En aquellos días la falsa defensa “universitaria” culminó en el periodo más gris de la sección sindical, con tomas de escuelas y la rectoría, plantones, y una serie de acciones absurdas.
El falso defensor de los trabajadores no siempre se ha manejado bajo esa pantalla; es camaleónico: después de pretender ser dirigente sindical en el periodo ya mencionado fue parte de la administración universitaria en uno de los rectorados perredistas en la que desde la “comisión de escalafón” se dedicó a lesionar los derechos de los trabajadores que apenas unos meses atrás decía defender, dedicándose sólo a proteger los intereses del rector en turno.
Teniendo en su poder la secretaría de trabajo del sindicato orquestó el fraude laboral más grande en la historia de la universidad: más de 400 amigos, compadres y familiares, ingresaron a laborar a la universidad sin tener ningún derecho, todo gracias a los nombramientos firmados por el “gran sindicalista”. Curiosamente esos empleados de la universidad resultaron los mismos que fraguaban y fraguaban demandas laborales contra la UAS para sangrarla económicamente, asesorados por los despachos jurídicos de este personaje y de otros de su corriente perredista.
Pero no paraba ahí su voracidad económica: botas, bolsas, chamarras y otros artículos con los logotipos oficiales de la universidad, eran vendidos y descontados vía nomina sin que nadie se opusiera, sin pagar impuestos, sin la posibilidad de que alguien le fallara a la hora del pago ya que el descuento era incluido en su quincena. Mes con mes se le veía arribar al departamento de finanzas por cheques millonarios producto de su vendimia: el negocio era redondo.
La ahijada de Feliciano
Denisse Azucena Díaz Quiñonez, hijastra de Medrano y “trabajadora” de la universidad con plaza administrativa, siguió el “gran” ejemplo del padrastro y profesionalizó el arte de la mentira y la tranza.
En el conflicto sindical que se suscitó en el año 2010 en donde Medrano y compañía participaron y perdieron la secretaria general del sindicato de la universidad, los medranistas recurrieron al entonces candidato a gobernador Mario López Valdez para implorarle su intromisión en la universidad y declararles su supuesto triunfo; al ver que el gobernador en funciones no cumplió semejante disparate apoyaron al entonces candidato priista Quirino Ordaz suplicándole lo mismo y dejando en evidencia su real esencia de mercenarios políticos.
Durante estos años el clan Medrano encontró la forma de sacar ganancia del movimiento como es su costumbre, implementaron, con todos los incrédulos que los seguían, una cascada de demandas penales en contra del entonces vigente Fideicomiso ProJubilación Dinámica.
Obviamente que las demandas eran canalizadas por los despachos que les cobraban y descontaba a los trabajadores desde el 20 hasta el 40 por ciento del monto final por las querellas, haciendo de esto un negocio millonario; el resultado: Medrano y compañía terminaron con el Fideicomiso que garantizaba el pago de la jubilación dinámica cuando menos por los próximos 20 años.
Cuando ya no hubo más dinero que “ganar” Denisse Quiñónez abandonó el movimiento y dejó a sus seguidores a su suerte y se desterró para realizar estudios de posgrado.
Luego reapareció con la encomienda de desestabilizar a la universidad; engañando a uno que otro ingenuo que no conocía su pasado, intentó participar como candidata a secretaria general del sindicato de la UAS. Los trabajadores no le creyeron y el intento solo fue mediático sirviendo para que ella y su camarilla pudieran seguir con la bandera de defensores y luchadores sociales.
¿Cuál fue el premio para Denisse Azucena Díaz Quiñónez por realizar la encomienda de su padrino el diputado Feliciano Castro de intentar desestabilizar a la universidad?
Más claro ni el agua, así las cosas…