Álvaro Aragón Ayala
La cópula política del dirigente nacional del Partido Revolucionario Institucional, Alejandro -Alito- Moreno Cárdenas, con Morena para sacar adelante las iniciativas del presidente Andrés Manuel López Obrador en materia de seguridad interior-Guardia Nacional-presencia militar en las calles, acabó de desfondar al PRI.
Lo que sucede en el PRI Nacional es una copia fiel de lo que ocurre en el PRI-Sinaloa que quedó empantanado en la sumisión a la Cuarta Transformación, subordinación que lo conduce a la cadaverización política. El principio de correspondencia “como es arriba es abajo” enunciado en el Kybalión, encaja en la realidad del PRI.
En Sinaloa, Alejandro Moreno Cárdenas había encontrado en la derrota del candidato de la alianza PRI-PAN-PRD, Mario Zamora Gastélum, los “elementos” de la traición para intentar imponer un presidente (a) del PRI acoplado a sus proyectos personales y “desprendido” hipotéticamente de cualquier vínculo con los dueños estatales de Morena.
Sin embargo, la falta de palabra para sostener los acuerdos de la alianza PRI-PAN-PRD y para mantener una “tregua legislativa” que tenía el propósito de bloquear las propuestas de ley de AMLO, y su graciosa y cínica entrega a los proyectos legislativos del inquilino de Palacio Nacional desnudó a Alejandro Moreno como un político no opositor a la 4T.
Alejandro Moreno Cárdenas perdió así los argumentos y el crédito para direccionar el proceso de selección de dirigentes del PRI-Sinaloa y malgastó su autoridad al igual que la dilapidaron los personajes que en el pretérito inmediato “reventaron” y condujeron a la derrota electoral del PRI y la entrega de la entidad a Morena.
No es casual que el PRI atraviese entonces por su peor etapa política y electoral; es estigmatizado por sus descalabros comiciales y bañado por los tufos de la corrupción de sus pasados gobiernos estatales y municipales. De las oficinas del tricolor brotan las pestilencias de los latrocinios de funcionarios emanados de este partido político.
En la víspera del proceso electoral 2021, figuras importantes del PRI -Sergio Torres, Rosa Elena Millán Bueno, Juan Ernesto Millán Pietsch, etc.- abandonaron el tricolor para contender por otras fórmulas electorales. En el 2022, priistas pegados a los ex gobernadores Juan Millán, Jesús Aguilar Padilla y Quirino Ordaz Coppel fueron montados “por contrato” en la Cuarta Transformación.
Ciertamente. Tras las elecciones estatales vino el matrimonio del PRI con Morena, el cual alcanzó niveles de sumisión en el Congreso Local. Los diputados tricolores son considerados una “extensión” de los tribunos de la 4T. El Poder Legislativo es una caja de resonancia pseudofilosófica en la que todos se mueven bajo la paradoja gatoparda: cambiar las leyes para que todo siga igual o peor.
La traición de “Alito” Cárdenas al propio PRI, al PAN y al PRD, su cópula legislativa con Morena y su estatus de instrumento clave en el apoyo de las iniciativas presidenciales, revivió los planes de los ex gobernadores Jesús Aguilar Padilla y Quirino Ordaz Coppel por mantener el control del PRI-Sinaloa. Quieren un dirigente estatal a modo, que finja ser de oposición, pero que sirva a los proyectos de la 4T estatal.
No es pueril entonces la reunión “privada” que sostuvieron ex dirigentes del PRI para analizar el contexto estatal de cara al 2024 e intercambiar anécdotas. Más de la mitad de esos priistas en estado geriátrico son domables y no alientan desencuentros con Morena. Viven en la tranquilidad, de los recuerdos y de negocios que lograron instalar durante sus carreras políticas.
La mayoría de los dirigentes del PRI son leyendas, personajes del pasado, sin arrastre social. Para quienes todavía tienen energía la derrota de Mario Zamora no los perjudicó del todo y creen mantenerse vigentes con la esperanza de que Morena los llame a sumarse a sus filas ya sea por “contrato” o bien como nuevos militantes purificados de la 4T.
En estado catatónico, desfondado o en estado cadavérico, el PRI-Sinaloa, con una dirigencia a modo, operado desde las catacumbas de Morena, permitiría solamente alcanzar algunas posiciones: las diputaciones y regidurías pluris que serían repartidos entre el grupo de Jesús Aguilar y Quirino Ordaz que todos saben que se mueven bajo la máxima de derrotar al PRI para ganar perdiendo.
En fin. Alejandro Moreno Cárdenas, dirigente nacional del PRI, mantiene algunas semejanzas con Aguilar y Quirino. La mayor similitud es que los tres operan, de un modo u otro, para el proyecto de la Cuarta Transformación/Andrés Manuel López Obrador. Así, no es remoto que surja un acuerdo para instalar en el PRI-Sinaloa un dirigente que sirva al proyecto de la 4T ¿Por qué no? si todos abrevan de la misma cantimplora.