CAMPUS
Jaziel Trasviña Osorio.
Las actitudes adoptadas por el gobierno estatal y en especial por el presidente de la Junta de Coordinación Política del Congreso Feliciano Castro y el secretario de gobierno Enrique Inzunza en contra de la Universidad Autónoma de Sinaloa y de su ex aliado y presidente del partido Sinaloense Héctor Melesio Cuén Ojeda, resultan indignantes, alarmantes y para muchos desconcertantes por su naturaleza mezquina y visceral, sin embrago, tratando de entender el trasfondo de tales acciones, quizás estas tengan una explicación psicológica en la obra de Dietrich Bonhoeffer: la Teoría de la Estupidez.
Dietrich Bonhoeffer, un teólogo protestante opositor al nazismo que fue asesinado por el régimen de Adolf Hitler, asegura en sus conclusiones y argumentos por qué es más importante temerle a los “estúpidos” que a los “malvados”.
La estupidez es un enemigo más peligroso del bien que la malicia. Uno puede protestar contra el mal; puede ser expuesto y, si es necesario, impedido por el uso de la fuerza. El mal siempre lleva dentro de sí el germen de su propia subversión en el sentido de que deja en los seres humanos al menos una sensación de malestar. Contra la estupidez estamos indefensos. Ni las protestas ni el uso de la fuerza logran nada aquí; las razones caen en oídos sordos; simplemente no es necesario creer en los hechos que contradicen el prejuicio de uno, en esos momentos la persona estúpida incluso se vuelve crítica, y cuando los hechos son irrefutables simplemente se los deja de lado como si fueran intrascendentes, como incidentales. En todo esto, la persona estúpida, en contraste con la maliciosa, está completamente satisfecha de sí misma y, al irritarse fácilmente, se vuelve peligrosa al lanzarse al ataque. Por esta razón, se requiere mayor cautela que con uno malicioso. Nunca más intentaremos persuadir al estúpido con razones, porque es un sinsentido y peligroso.
“Tras una observación más atenta, se hace evidente que todo fuerte auge del poder en la esfera pública, ya sea de naturaleza política o religiosa, infecta de estupidez a una gran parte de la humanidad”, escribió el alemán.
Para él, esto ocurre porque la “estupidez” no inhabilita la posibilidad de obtener cargos públicos y porque, en sus palabras “la naturaleza del poder exige que las personas renuncien a ciertas facultades necesarias para el pensamiento inteligente”, tales como la reflexión, el pensamiento crítico y la independencia.
Una de las conclusiones más destacadas de la “teoría de la estupidez” de Bonhoeffer es que esta tiene un enorme potencial para afectar a las personas que forman parte de un sistema, como se ve en las dictaduras y los grupos de personas que defienden ciegamente las violaciones a los Derechos Humanos.
En palabras de Bonhoeffer, “Hace más daño un idiota poderoso que una banda de maquiavélicos intrigantes, ahí sabemos cuándo hay maldad y podemos negarle poder”.
“Pero la estupidez es mucho más difícil de eliminar, por eso es un arma peligrosa. Como a los malvados les cuesta hacerse con el poder, necesitan que los estúpidos hagan su trabajo. Como ovejas en un campo, una persona estúpida puede ser guiada, dirigida y manipulada para hacer cualquier cosa. El mal es un maestro de marionetas, y nada le gusta tanto como las marionetas descerebradas que se lo permiten, ya sea en el público en general o en los pasillos del poder”.