Alvaro Aragón Ayala
El proyecto del Senador Mario Zamora Gastélum con el que pretende tomar por asalto el Comité Directivo Estatal del PRI-Sinaloa está plagado de ingenuidad y choca con los intereses de una clase política geriátrica que no le conviene convertirse en oposición tricolor porque está cómoda con el trato del gobernador de Morena Rubén Rocha Moya.
Esa misma inocencia llevó a la derrota a Mario Zamora Gastélum cuando abanderó al PRI-PAN-PRD como candidato al gobierno de Sinaloa creyendo que Jesús Vizcarra Calderón, Juan Millán Lizárraga y Jesús Aguilar Padilla y grupos de empresarios lo estaban respaldando en su campaña cuando ya habían trazado la “línea” de apoyo a Rocha Moya, candidato de Morena-PAS.
Los personajes que Mario Zamora coloca en la vitrina como prospectos o aspirantes a la dirigencia estatal del PRI carecen de estructura estatal territorial y los “impulsa” bajo la ingenuidad de que si llegan a instalarse como directivos del tricolor van a trabajar para su proyecto reeleccionista cuando en realidad buscarán candidaturas pluris. El proyecto de Mario nació desfondado.
CUÉN, CRECIMIENTO EXPONENCIAL
La oportuna salida de Héctor Melesio Cuén Ojeda del gabinete de Rubén Rocha Moya le generó la coyuntura, ideal, para regresar a su proyecto de origen y armar jugadas que lo han hecho crecer exponencialmente y colocarse como una figura con un peso específico contundente en Palacio Nacional y en la dirigencia nacional de Morena.
Bajo la precisión de que en el interior del gabinete fortalecía un proyecto que no es suyo, sino de Rocha Moya, Enrique Inzunza, Feliciano Castro y otros morenistas, Cuén Ojeda le entró de lleno a revitalizar el Partido Sinaloense con una serie de actividades que le han sumado más adeptos a su causa.
Mientras Cuén se convirtió en una pieza clave del proyecto del secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, la carroza fúnebre pasea los cadáveres políticos del ex alcalde de Culiacán, Jesús Estrada Ferreiro, y de varios ex funcionarios estatales que cayeron de la gracia del gobernador Rubén Rocha. Por rata y mentiroso ya se excava la tumba para el presidente de Mazatlán, Guillermo -El Químico- Benítez.
VIENE CLAUDIA ¿Y QUÉ?
Con bombo y platillo, pues lo que le sobra es dinero para promocionar su imagen y acarrear “simpatizantes”, se anunció la visita a Sinaloa de la “corcholata” Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de Gobierno de la Ciudad de México, quien posee los recursos suficientes para comprar encuestas y porras en los medios de comunicación.
La carta de presentación de Claudia en el proceso que determinará quién será el candidato de Morena a la presidencia de la República es su ejercicio de gobierno, que a juicio de sus detractores es un desastre, y de sus amanuenses todo un “éxito”. La verdad, la realidad es que la Ciudad de México es un infierno.
La Secretaría de la Defensa Nacional tiene identificados al menos 13 grupos de delincuencia organizada que operan en la capital del país y describió las principales rutas para el trasiego de droga y la presencia de “narcotienditas”, las cuales están diseminadas por todos lados.
La venta de drogas se realiza en canchas de futbol, espacios recreativos, vecindades, tiendas de abarrotes, cantinas, antros nocturnos, salones de belleza y hasta por medio de WhatsApp. Se calcula que en cada municipio (delegación) existe un promedio de mil 800 narcotienditas.
JUAN MILLÁN, CONSULTOR POLÍTICO
La fotografía que se tomaron los exgobernadores Jesús Aguilar Padilla y Juan Millán Lizárraga con el secretario de Gobernación, Adán Augusto López, y en la que aparece la dirigente estatal de Morena, Merary Villegas, no define nada, porque los dos personajes carecen de liderazgo y fuerza para determinar jugadas políticas al interior del PRI y del gobierno de la Cuarta Transformación.
Valga la repetición: en Sinaloa el millanismo expiró de manera. El deslinde de Jesús Aguilar Padilla, en funciones de gobernador, con el proyecto millanista-malovista rompió con los planes del maximato estatal de Juan S. Millán.
Mario López Valdez, hechura política de Millán, le quitó todavía más oxígeno al millanismo al romper de manera personal e institucional con el ex gobernador cetemista que planeaba trascender imponiendo gobernadores.
El millanismo perdió su estructura. Solo quedan dos “millanistas puros”, uno en la figura de Juan Ernesto Millán Pietsch y la otra en el cuerpo y alma de Rosa Elena Millán Bueno. Ambos trabajan para el gobierno de Rubén Rocha y están fuera del PRI. En ninguno de los 18 municipios de Sinaloa hay “corrientes” o “manifestaciones” que revelen la presencia del millanismo. No existe.
Juan S. Millán sí, exacto, es un referente político-electoral-histórico en Sinaloa. Un ex gobernador que goza de prestigio y a quien acuden diferentes personajes, de todos los partidos políticos, en busca de orientación. El ex mandatario estatal es una especie de consultor político que pocas veces se equivoca en sus prospecciones y pronósticos políticos.
Jesús Aguilar Padilla es una “pieza clave” de Rubén Rocha Moya, obvio, con sus reservas, dada la inclinación del ex gobernador priista “a matar con cuchillo ajeno” o “golpear por abajo”. Ya se sabe en los círculos políticos que se mueve en dos aguas y trata de imponer dirigente estatal del PRI, sin perder, obviamente, los haberes de los que goza en el gobierno de la 47.
Si se tratara de titular o de “cabecear” la fotografía que levantó polémica en el PRI y Morena no se quemarían muchas neuronas: “Adán con el Consejo de Ancianos del PRI; se cuela Merary”. El detalle es que “los tiempos idos” no marcarán la ruta del proceso electoral 2024 en Sinaloa.