Alvaro Aragón Ayala
La emigración, con botarga de “renuncia”, de Guillermo Benítez Torres de la presidencia municipal a la secretaría de Turismo, es una oportunidad de oro que se le otorga para que resuelva, quizá con todo el apoyo oficial, su escabrosa situación jurídica. La dimisión, sin soporte legal, deja al Químico Benítez con la puerta abierta para su retorno a la alcaldía mazatleca.
La aparente abdicación del alcalde, derivada de la presión de una demanda canalizada a la Fiscalía General de Justicia por el caso Azteca Ligthing y la exigencia de juicio político en el Congreso Local, no lo exime de su responsabilidad en el desaseo del manejo del presupuesto del ayuntamiento ni lo protege del repudio colectivo. Tampoco lo pone a salvo de otras demandas que vienen en camino.
La Constitución federal establece que los puestos de elección popular no son renunciables; los alcaldes y los regidores, pueden solicitar licencia para ausentarse o retirarse del cargo temporalmente o de manera indefinida, permiso que deberá ser autorizado por los cabildos/regidores. Si la licencia es indefinida corresponde al Congreso nombrar al alcalde sustituto.
“El Químico” Benítez aceptó una “salida negociada” de la alcaldía, con disfraz de su “renuncia”. Si logra “blanquear” sus negros expedientes estaría en la posibilidad de regresar al ayuntamiento de Mazatlán alegando que no renunció, sino que fue obligado por un complot político a dimitir. Sin la carga de las acusaciones, nadie podría sostener o argumentar jurídicamente que la separación de su cargo fue legal.
En el documento/presentación de su supuesta renuncia, “El Químico” Benítez omitió que es blanco de varias acusaciones y argumentó “que por así convenir a mis intereses personales, he decidido a partir de este día, martes 25 de octubre del año en curso, renunciar, lisa, expresa, voluntaria e irrevocablemente al cargo de Presidente Municipal del H. Ayuntamiento de Mazatlán”.
Tramposamente, escribió renunciar al cargo de Presidente Municipal, dimisión que jurídicamente no es válida porque los cargos de elección popular son irrenunciables. Usó el término “renuncia” no el de licencia temporal o indefinida para dejar abierta la posibilidad a que cualquier Juez de Distrito o autoridad electoral, cuando así lo exija él como primer interesado, lo regrese al cargo de alcalde. La renuncia, de hecho, no tiene validez jurídica.
El alcalde fundamentó su “renuncia” a “intereses personales”, no a una sentencia de un juez de lo penal, pues aún no existe, y en una ley secundaria, la Constitución Política del Estado de Sinaloa, que en su artículo 114 precisa que “el cargo de Presidente Municipal y de Regidor será obligatorio, pero no gratuito, y sólo será renunciable por causa justificada a juicio del Ayuntamiento”.
Si a corto o mediano plazo, el cabildo mazatleco carece de esa “causa justificada” y de la carga de la prueba y de una sentencia penal de por medio, Guillermo -El Químico- Benítez, si logra “higienizar” sus expedientes, si la Fiscalía y el Congreso Local lo exoneran, regresaría, si se lo propone, al ayuntamiento o a aspirar a cualquier cargo público.
“El Químico” Benítez aceptó la invitación del gobernador Rubén Rocha Moya a incorporarse como secretario de Turismo en el gabinete estatal, asesorado por los grupos económicos beneficiarios del presupuesto local que esperan que la “ira colectiva” se despresurice y no se siga hurgando en los trinquetes municipales en los que podrían salir exhibidos.
Así, “El Químico” Benítez Torres enfrentará sus juicios no como alcalde en funciones, aunque su renuncia no encaja en la Constitución federal, sino como secretario de Turismo. El plan que se ha trazado es regresar a la alcaldía de Mazatlán alzando la diestra en señal de victoria, listo, también, para buscar la postulación de Morena al Senado de la República o a una diputación federal.