Alvaro Aragón Ayala.
Todo el pueblo sabe que en el gobierno de Sinaloa hay un “segundo poder” ligado genéticamente al gobernador Rubén Rocha que está cocinando los grandes negocios con su influencia en las secretarías y departamentos del gabinete estatal. Ese “segundo poder” también quita y pone funcionarios públicos.
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En tan solo un año y cuatro meses, todo el pueblo sinaloense sabe que la intriga palaciega, los celos, la falta de sapiencia en el quehacer gubernamental y la sed de venganza revientan de cuajo la gobernabilidad en Sinaloa. Una camarilla de ancianos, trasnochados y seniles, palomeados por el gobernador Rubén Rocha Moya, irrumpieron como si se tratara de un asalto en despoblado en las dependencias estatales, llegando al grado de desfondar la credibilidad en la Secretaría de Educación Pública y Cultura y la Fiscalía General de Justicia y otras dependencias estatales.
La sociedad sabe que el gobierno estatal está al garete con un Rubén Rocha en modo Hitler, discursivo, autoritario, tramposo y mentiroso. La entidad desfila por la auto-desestabilización; la semanera del lunes, parlamento informativo, sano en su proyección inicial, fue convertido en un Tribunal de la Inquisición, en el que el mandatario estatal divulga falsedades, descalifica a sus propios empleados y funcionarios de primer nivel y lanza improperios contra los periodistas y contra quien considere su enemigo u opositor político. El gobernador raya en la intolerancia y sus actos están regidos por su estado emocional.
Efectivamente, todos ya saben que la posición totalitaria de Rocha Moya favoreció a un conclave de ancianos conocido como cartel geriátrico integrado en su mayoría por jubilados uaseños, septuagenarios amargados que fueron acomodados en posiciones claves en el gabinete estatal y que ven en el ejercicio de gobierno una especie de botín al que tienen derecho a acceder. En todas las dependencias hay una serie de irregularidades graves que truenan en pleno arranque del proyecto de gobierno rochista. En todas emerge un segundo poder estatal, un grupo de influyentes con patente de corso para cuajar los grandes negocios del sexenio.
El pueblo dice, porque lo sabe, que la secretaría de Educación Pública y Cultura dada en concesión al jubilado uaseño Feliciano Castro Meléndrez y operada por su alter ego o factótum, Graciela Domínguez Nava, se mutó en una cloaca, en una guarida de bribones que traficaban y aún trafican con las plazas-horas, corrupción que abarca a los inspectores y supervisores. En la SEPyC-ISIFE la asignación de obras llega a manos de prestanombres de los personajes que mandan y se mueven como el poder político atrás y enfrente del trono y que incluso rebasan el poder del secretario general de Gobierno, Enrique Inzunza Cázarez.
La gente del pueblo señala que la Fiscalía General de Justicia, responsable de la investigación de delitos, dada en concesión a Enrique Inzunza Cázarez y bajo el encargo de Sara Bruna Quiñones Estrada está sometida a los poderes fácticos; no indaga la mayoría de los crímenes de alto impacto y no busca a los “levantados” y desaparecidos. Culiacán semeja un cementerio a cielo abierto yla escalada de asesinatos es ocultada con estadísticas falsas. El postizo discurso de Rubén Rocha dibuja un estado tranquilo en tanto los criminales controlan territorialmente el estado. En los 18 municipios hay una fuerte presencia de grupos armados que se exhiben descaradamente recorriendo zonas urbanas y comunidades rurales.
La población señala que en la secretaría de Obras Públicas, que funciona vinculada a la secretaría de Administración y Finanzas, el mismo grupo que opera la red de prestanombres en la SEPyC decide a quien no y a quien si se le otorgan las obras. Aunque el gobierno estatal se dedica a parchar baches y a pavimentar algunos tramitos carreteros y a ejecutar obras menores, también ahí, el grupo que se mueve en el Tercer Piso del gobierno estatal es quien realiza las asignaciones a sus prestanombres. En la CMIC y entre los ingenieros civiles y arquitectos juran que los beneficiarios con las operaciones trianguladas, están ligados genéticamente al gobernador Rubén Rocha Moya.
Guste o disguste el pueblo sabe que en todas las secretarías del gobierno estatal priva la desidia y la falta de fuerza física y lucidez mental de sus funcionarios geriátricos por atender cada uno de los programas que les compete desarrollar; abunda en el gabinete las grillas, las intrigas, el golpeteo de todos contra todos, mientras el segundo poder perpetra grandes negocios con su red de nuevos o viejos proveedores y constructoras amigas y el gobernador fabrica enemigos buscando desestabilizar a su propio gobierno que en un año y cuatro meses lleva récord de secretarios de primer nivel y funcionarios de rango medio despedidos.