Alvaro Aragón Ayala
Salgamos, pueblo, del clóset de la estupidez o el de los sueños galácticos. Despertemos del hipnotismo transexenal en el que nos sumieron los neoliberales y conservadores. Sí, aquí nos tocó vivir, en Sinaloa, aquí en esta tierra, paraíso e infierno, al que hay que comprender y estrujar con todas sus desgracias y cariños.
El presidente Andrés Manuel López Obrador nos hizo entender que vivir en la ficción es vivir en el error ¿Cuántas veces pensamos que los asesinatos iban a la baja porque estaban funcionando los programas de prevención y combate a la delincuencia? Pues pensábamos mal. Andábamos “meando fuera de la bacinica”.
López Obrador nos restregó en la cara, ey, no sean indejos, en Sinaloa y otros estados del país, se registran menos asesinatos porque solo domina un grupo delincuencial. “Hay lugares en donde predomina una banda fuerte y no hay enfrentamientos entre grupos y por eso no hay homicidios”, dijo. Y nos sacó de la pendejez.
“Es el predominio de un grupo que no tiene competencia con otros, y esto lleva a que no haya enfrentamientos, porque el 75 por ciento de los homicidios que se registran en el país tienen que ver con estos enfrentamientos”, nos recalcó.
Carajo. Así, de franco el Presidente. Seguramente el titular de la Secretaría de Seguridad Pública Estatal, Cristóbal Castañeda Camarillo, ya no podrá presumirnos a los sinaloenses que sus dispositivos de vigilancia y seguridad están funcionando. No. No señor. No hay más crímenes porque aquí opera únicamente un cártel.
Salgamos entonces del ropero de la ingenuidad y reconozcamos el “orden establecido”. Ya lo decía Carlos Marx en su texto “Elogio al crimen”: “Los ladrones forman una clase especial de la sociedad: contribuyen al movimiento del orden social: son el aceite de los engranajes; como el aire, están por doquier ¡Qué clase tan industriosa y comercial! ¡Cuánta vida arroja en un Estado!”.
El único cártel que predomina en Sinaloa-de acuerdo a la revelación de López Obrador-, desde la perspectiva marxista, “rompe la monotonía y el aplomo cotidiano de la vida burguesa. La preserva así del estancamiento y, provoca esa tensión y ese desasosiego sin los que hasta el acicate de la competencia se embotaría. Impulsa con ello las fuerzas productivas”.
Carlos Marx ilustró que “el crimen descarga al mercado de trabajo de una parte de la superpoblación sobrante, reduciendo así la competencia entre los trabajadores y poniendo coto hasta cierto punto a la baja del salario, y, al mismo tiempo, la lucha contra la delincuencia absorbe a otra parte de la misma población (…), el delincuente actúa como una de esas ‘compensaciones’ naturales que contribuyen a restablecer el equilibrio adecuado y abren toda una perspectiva de ramas ‘útiles» de trabajo”.
Entonces, que caray, aprendamos a vivir con menos muertos que en otros estados. O sigamos viviendo en el error del que ya creía que habíamos salido. Qué caramba. Sí. Aquí nos tocó vivir. En la gloria y en el infierno. Entre vivos y muertos. Entre odios y venganzas. Entre el trabajo legal y fecundo y el ilícito. Entre balazos y abrazos.
¡Ah! y por favor: que ya no venga Cristóbal Castañeda Camarillo con la mafufada esa de que está bajando el número de asesinatos porque la Secretaría Estatal de Seguridad Pública está cumpliendo cabalmente con sus funciones. Es el cártel señor. El único cártel que opera en Sinaloa el que decide matar menos o matar más ¿Qué! ¿A poco el presidente López Obrador nos mintió? No, no lo creo….