Alvaro Aragón Ayala
La formación de un gabinete estatal aspiracionista y la constitución del futuro Comité Directivo Estatal del partido Movimiento de Regeneración Nacional, desprenden una conjetura sólida: la designación en Sinaloa de la mayoría de los candidatos del 2024 llevará el herraje del gobernador Rubén Rocha Moya y del grupo político más cercano a quien sea nominado candidato Presidencial, lo cual acarreará prematuras fricciones políticas de alto calado.
Un diagnóstico anticipado nominado Sucesión 2024 en Sinaloa indica que las imposiciones político-electorales rayarán en el choque de las tribus morenistas y en el reciclamiento de figuras, gestadas unas en el PRD y otras en el PRI, para competir, valga la paradoja, contra los candidatos del PRI y sus aliados del PAN y el PRD. En esa competencia, la teoría de que el PRI vive en Morena cobrará mayor relevancia.
Sin la regulación de ninguna autoridad electoral, que se sepa, Morena “estatal” emprendió la integración de su primer CDE convocando al registro de delegados distritales. La mecánica de la elección es operada para sacar un comité alineado a las directrices del primer morenista de Sinaloa: Rubén Rocha Moya. La jugada agarró desprevenidos a los presidentes municipales y a los legisladores locales y federales.
Así, con el control de la estructura gubernamental, en donde convergen diferentes fuerzas políticas y hacen nido alguno priistas y panistas, y con el dominio del CDE de Morena, el gobernador llevará mano, no cabe duda, en la designación de candidatos a diputados locales y alcaldes, en un escenario donde sobresale la impresión de que en Morena lo que sobran son “generales”, pero sin ejércitos.
Si Rubén Rocha Moya logra fortalecer y hacer trascender su ejercicio de gobierno, ganaría también el derecho al veto y a proponer candidatos a diputados federales y Senadores, facultad que le corresponde a Morena Nacional y al futuro candidato a la presidencia de la República y a su equipo de primer nivel, pero que se cedería al gobernador si garantiza votos y triunfos electorales.
El diagnóstico arroja que la disputa/imposición por las candidaturas sobrecalentará el pandero político porque los presidentes municipales, unos querrán reelegirse, y otros ceder las plazas a cambio de posiciones que los proyecten rumbo al 2027, año en que se llevará a cabo el relevo de Rubén Rocha Moya. Con evidentes planes futuristas, los alcaldes construyen cacicazgos políticos en sus respectivos territorios.
La puja por las candidaturas de las diputaciones federales y Senadurías ya inició con el desfile o “caída” en Sinaloa de “jefes” de grupos o emisarios de tribus políticas que se mueven en el escenario “nacional” y que llegan a Sinaloa apantallando y queriendo apadrinar “clanes morenistas” para que los ayuden a promover a tal o cual candidato Presidencial, prometiendo candidaturas a la legislatura federal.
En las incipientes reuniones de las “corrientes del centro” que bajan a Sinaloa acompañados por diputados o diputadas federales o Senadores, la primera impresión es que, por las características de los encuentros y el calibre de los asistentes, promotores y acelerados “no llenan ni un bocho” ni tienen peso político territorial. El tono de sus discursos es ramplón, muy lejos de la realidad estatal.
Aunque parece prematuro, el juego sucesorio 2024 está en marcha con una variante significativa: en la futura elección Andrés Manuel López Obrador no aparecerá en las boletas. La atención se centrará en el nuevo candidato a la Presidencia de la República. La popularidad del inquilino de Palacio Nacional no es heredable. El futuro aspirante presidencial morenista tendrá que ajustar su agenda a los contextos locales y estatales para poder jalar votos.
Desde esa perspectiva y la certeza de que en el 2024 no se registrarán otros sunamis electorales como el del 2018 y el del 2021, Morena estará imposibilitado a sacar a sus candidatos del “montón” o al azar o de una tómbola; por el contrario, tendrá que recurrir a otro tipo de selección; a la búsqueda de perfiles de alto nivel, cuando menos discursivo, que atraiga las simpatías del electorado.
La carencia en Morena de liderazgos probados, de figuras con arrastre social, de personajes conectados con la ciudadanía, se podría convertir en el “talón de Aquiles” al momento de la localización e imposición de candidatos que garanticen triunfos electorales en los distritos locales y en los municipios, así como en los distritos federales y para el Senado de la República. En Morena lo que sobran son “charlatanes de café”.
En las conclusiones del diagnóstico se infiere que la imposición en modo vertical de los futuros candidatos del 2024, algunos fraguados ipso facto en el gabinete estatal, provocará un rompimiento con figuras y grupos políticos que se mueven en Morena y que trabajan fuera del paraguas de Rubén Rocha en busca de los escaparates que les permita entrar por la competencia de la gubernatura de Sinaloa en el 2027.