Alvaro Aragón Ayala
Ciudad de México. – Siempre será importante, independientemente de los resultados, los encuentros entre autoridades federales con los empresarios. La reunión del presidente Andrés Manuel López Obrador con un grupo de personajes dueños del dinero de Sinaloa reviste interés, mas no se pueden echar las campanas al vuelo sobre su participación en proyectos de inversión pública-privada o privada a secas. En la mañanera, el presidente Andrés Manuel López Obrador despejó dudas al revelar qué platicó con los empresarios – algunos ellos de Sinaloa, acompañados por el gobernador Rubén Rocha- la noche del miércoles en Palacio Nacional y que los invitó a “participar en el sorteo (de la Lotería Nacional) del día 15 de septiembre”, para destinar fondos para concluir el proyecto de la Presa Santa María, en Sinaloa. “Por eso ayer invitamos a cenar (a los empresarios). Estuvo el gobernador de Sinaloa, empresarios de todo el país, representantes empresariales, el presidente del Consejo Coordinador Empresarial y el presidente de la Coparmex. Todos dispuestos a ayudar”, insistió AMLO. El jefe del ejecutivo rechazó que se haya conversado sobre el tercer paquete de proyectos de infraestructura que aún está pendiente. “(Aún) estamos esperando cómo se comporta la economía”, dijo. Fue todo. Todo.
MANUEL BARTLETT Y LA DEA
El ex secretario de Gobernación y actual director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz, podría acabar con las leyendas negras y especulaciones que giran en torno a su presunta relación con Rafael Caro Quintero, Ernesto -Don Neto- Fonseca, y Miguel Félix Gallardo, con un simple viaje a los Estados Unidos, en donde se le requiere para que declare en torno al caso de la conspiración que condujo al asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena Salazar, según las versiones que llevan ya varios lustros circulando en los medios de comunicación y libros escritos sobre el tema. Sin embargo, Manuel Bartlett prefirió recurrir a la defensa mediática, apoyado por periodistas a los que les fue de maravilla en el régimen priista-neoliberal, para sembrar la idea de que la versión que lo involucra el homicidio del agente de la DEA “carece de lo que se denomina apariencia de buen derecho” y de que no hay ninguna orden de detención emitida por un juez federal de Estados Unidos y jamás se ha pedido al gobierno mexicano que lo detenga y extradite por los supuestos delitos que sus malquerientes le han querido endilgar. La defensa periodística de Manuel Bartlett precisa que se le ha vulnerado la presunción de inocencia. Pero el ex secretario de Gobernación no viaja a los Estados Unidos alimentando las sospechas y la versión de que efectivamente “los gringos” lo están esperando para interrogarlo y tal vez para meterlo a la cárcel.
ENRIQUE INZUNZA Y EL MUESTREO
El gobernador Rubén Rocha Moya “entrelazó” entre los empresarios invitados a la cena para promover la rifa de lotes del presidente Andrés Manuel López Obrador, al ex presidente del Tribunal de Justicia de Sinaloa y actual secretario general de Gobierno, Enrique Inzunza Cázarez. Los barones del dinero tuvieron que “apechugar” y sonreírle al funcionario estatal que pocas veces se le ve alegre y no deja en su casa el rostro adusto. En la figura de Enrique Inzunza se fragua un proyecto político, quizá el de la heredad política de Rubén Rocha Moya, pero el trecho que tiene que recorrer es largo y Enrique Inzunza es muy proclive al golpeteo “por abajo” y la judicialización de los asuntos públicos, actitud que tarde que temprano se le puede revertir y generar problemas políticos ¿Qué será de Enrique Inzunza si el gobernador decide meterlo a una contienda electoral en el 2024? En Palacio Nacional y Morena le apuestan a candidatos ganadores, populares, alegres, con capacidad de convocatoria, que atraigan votos, no la explosión de rencores y venganzas acumuladas. No son pocos los ciudadanos proscritos que le tienen tirria a Enrique Inzunza por sus fallos judiciales como presidente del Supremo Tribunal de Justicia ¿y?
¿SE TAMBALEA EL T-MEC?
El presidente Andrés Manuel López Obrador se juega el todo por el todo o quizá por nada, mientras que la inquietud devora principalmente a quienes sostienen la economía de sus empresas por las ganancias de las exportaciones a los Estados Unidos y Canadá. Sobre el T-MEX el mandatario señaló que “no va a ver ruptura, eso se los adelanto y lo sé porque tenemos la razón y porque no nos conviene y no sólo es México, no le conviene a Estados Unidos; ya no es tiempo de antes”, pero afirmó que si tener acceso al mercado de Estados Unidos, el más grande del mundo a través del T-MEC, le implica a México perder soberanía, no lo va a aceptar. Canadá y Estados Unidos solicitaron al gobierno mexicano abrir un período de consultas sobre solución de disputas en virtud del acuerdo comercial T-MEC sobre lo que considera políticas energéticas mexicanas discriminatorias. Las consultas se relacionan con medidas tomadas por México que, según Oficina del Representante Comercial de Estados Unidos (USTR, por sus siglas en inglés), socavan a las empresas estadounidenses en México a favor de las estatales Petróleos Mexicanos (Pemex) y la Comisión Federal de Electricidad (CFE). El presidente dijo que “no vamos a entregar nuestra soberanía a ningún gobierno extranjero, además no tienen razón, aun cuando tengan muchos lambiscones, vendepatrias que les aplauden en nuestro país…”. Lo peor podría estar por venir. Tronar el T-MEC conduciría a la ruina a miles de empresas mexicanas y generaría un colapso económico sin precedentes en México.
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