José Luis López Duarte.
El “trabajo” para fabricarle delitos a Héctor Melesio Cuén es tan malo que resulta ineficaz y se revierte como un boomerang, por la torpeza, el miedo y la estupidez con el que lo realizan, al grado que recuerdan los tiempos de aquel pequeño caudillo culichi en el que pretendió convertirse Manuel Clouthier Carrillo cuando intentó apoderarse del PAN y el PRD en Sinaloa, al considerarse el heredero del linaje político de su padre y por consecuencia el líder opositor en Sinaloa, cosa que nunca logró, con todo y la intromisión de sus empresas en el PAN y el PRD, y resultó una verdadera caricatura que se diluyó con el paso del tiempo.
Aquel líder, “El Pequeño”, no paraba en nada; sin escrúpulo alguno, pisoteando la representación del PAN y PRD, pretendió exhibirlos en su periódico, que terminó convirtiéndolo en un libelo que solo obedecía y obedece a su voluntad.
¿Por qué reseño este hecho? Por una razón muy elemental: el gobierno actual no haya que hacer contra Héctor Melesio Cuén, al extremo de violar la Constitución y la Ley General de Educación Superior, en complicidad con el Congreso Local, instrumentando activos pueriles inconsistentes, bloqueando sin ninguna razón válida la carrera política del exrector y hasta golpearlo al expulsarlo del gobierno estatal.
Hoy se suma la Fiscalía General de Justicia del Estado como ariete con flagrantes violaciones a las leyes al usar un organismo de la Fiscalía, “la unidad de inteligencia patrimonial del estado”, que filtra una carpeta de investigación al periódico Noroeste y la revista Espejo, que por cierto refleja una pobreza informativa y carente de un enfoque concluyente.
Bueno hubiera sido que publicaran que Héctor Cuén, junto con Amos Lugo Vega (QEPD), fueron pioneros de las cadenas de laboratorios clínicos y en particular el exrector, como dicen algunos médicos, “su visión y agallas modificaron el área de la salud con su clínica de estudios nucleares, en un mundo que empezaba a desarrollar esa subespecialidad de la más alta precisión de estudios moleculares, que buscaba encontrar mayor precisión en los diagnósticos”. La biología molecular era un área en ciernes por allá de los años ochenta, cuando empezaban a conocerse los estudios genéticos de los seres humanos, su ADN.
Los “policías” de la Fiscalía debieron buscarle a Cuén ¿Qué pasó con ese laboratorio? ¿En que se convirtió? E incluso su cadena de laboratorios de análisis clínicos, cuando Delia Barraza apenas contaba con un pequeño laboratorio atrás del ayuntamiento de Culiacán, sin imaginar la gran empresa que es hoy, que si la fiscal Sara Bruna conociera la historia también, le enviaría la Unidad de Investigación de la fiscalía. Delia tiene 40 laboratorios fruto de 27 años de trabajo independiente.
La verdad es que provoca pena ajena por dos razones: Por el ridículo que hacen en sus afanes contra la UAS y el desperdicio que han hecho de no aprovechar el empuje, talento y creatividad de Héctor Melesio Cuén en el gobierno.
Yo les aseguro que, si lo hubieran dejado en la secretario de salud, ya hubieran conseguido las plazas a los trabajadores de ese sector, y hubiera equipado todo el hospital pediátrico de Culiacán, y ahorita estaría funcionando todo, y por último como han comentado, lo más seguro tendría funcionando el Hospital General de Culiacán.
Han cometido muchos errores en el caso de la UAS y Héctor Melesio Cuén, que ya no se sabe ni qué quieren. En fin.