Alvaro Aragón Ayala
La marcha del domingo, “El INE no se toca”, ofreció la lectura de los apuros de una minoría social-política-electoral que se movilizó no en una lucha por la democracia, sino en la búsqueda prematura de votos para ir perfilando el sufragio del electorado inconforme rumbo al 2024 en un escenario en la que una virtual reforma electoral amenaza con sacarlos del juego político.
Si se calibra con el uso de las matemáticas electorales y la ciencia política -modelización formal-, el resultado de la manifestación de protesta tiene sólo efectos perecederos en los medios de comunicación. El número de ciudadanos que aparecen en Sinaloa y en México en el padrón de electores es inmensamente superior al número de personas que salieron a la calle “en defensa” del Instituto Nacional Electoral.
Sometido al índice de poder de Banzhaf (Penrose–Banzhaf y/o Banzhaf–Coleman), se infiere que son mediáticos los “logros” de la manifestación; en el ejercicio político legislativo las consecuencias serán nulas porque no cambiarán el resultado de la votación de los diputados federales ni de los Senadores. El destino de la iniciativa presidencial de reforma electoral no se decidirá en las calles, sino en los recintos del Congreso de la Unión.
En la elección del 2021, en Sinaloa salieron la calle/urnas, un millón 102 mil 822 de ciudadanos de un total de 2 millones 252 107 de registrados en el padrón electoral. El triunfo de Morena-PAS fue contundente, arrollador. La manifestación “El INE no se toca” llegó a su máxima escala en Culiacán con la participación de alrededor de 20 mil ciudadanos. En Mazatlán, Los Mochis y Guasave las manifestaciones fueron más “desangeladas”.
En las elecciones de la Ciudad de México del 2018 salieron a la calle/ urnas 5 millones 393 mil 551 electores de un padrón de 7 millones 628 mil 256. Es en la capital del país, caracterizada por sus plantones, mítines y marchas, en las que el Frente Cívico Nacional, con la movilización de entre 150 mil y 200 mil personas, alimenta más el ruido mediático reiterando que la protesta “El INE no se toca”, fue todo un éxito, dicen.
La manifestación no cambiará la ruta de la reforma electoral, cuyo contenido se discutirá en la Cámara de Diputados y la Cámara de Senadores. Es ahí en donde se definirá que modificaciones o cambios registrará el INE, con cuantos legisladores se quedará el Congreso de la Unión y se determinará el futuro mecanismo que se usará en la elección de diputados y senadores de la República.
Las matemáticas electorales no tienen ideología, no pertenecen a ningún partido político. Si se aplican los números, las ciencias exactas, la estadística, las referencias históricas, los métodos y el índice de poder de Banzhaf, y si se profundiza en las ciencias sociales, es factible dimensionar el nulo efecto de la manifestación en el proyecto de reforma electoral.
Se calcula que en todos los estados del país la suma de ciudadanos que protestaron fue de alrededor de 600 mil. Los números no mienten: en todo el territorio nacional 93 millones 528 mil 473 ciudadanas y ciudadanos integran la Lista Nominal de Electores y 32 mil 303 ciudadanas y ciudadanos integran la Lista Nominal de Electores Residentes en el Extranjero.
La manifestación de protesta calibró la reducida capacidad de convocatoria de la oposición partidista –PRI, PAN y PRI-, los grupos del clero, intelectuales alineados al sistema salinismo-calderonismo-peñismo y empresarios antiAMLO y reveló que es una lucha anticipada por los votos del 2024, no por la democracia, que no termina ni inicia con las virtuales reformas al INE.
La oposición intenta hacer aparecer al “pueblo” como víctima de la reforma al INE. La iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador “pega en la línea” de flotación del PRI, PAN y PRD, cuyos dueños temen que a falta de votos se les quite la posibilidad de acceder a las diputaciones y senadurías por la vía plurinominal, sistema que los mantiene vigentes.